Desde mi ventana, desde la historia, desde el multiverso…

Sean bienvenidas y bienvenidos caballeros y jinetes; princesas, emperadores y emperatrices; doncellas, damiselas y celestinas, náyades y sirenas; elfos, guerreros, soldados, duendes, hobbits; soñadores e ilusionistas, magos, genios y hechiceros, hidalgos, ninfas, hadas y musas; profetas, maestros y discípulos, agnósticos y ortodoxos ; peregrinos y evangelizadores, pastores y laicos; artistas -bohemios, beodos y abstemios-, músicos, actores y trovadores, payasos, mimos y bailarinas; arlequines, bufones y acróbatas; juglares, escribanos, “escrivividores” y cuenta-cuentos; escuderos y arcabuceros, señores feudales y vasallos, masones, rosacrucianos, mosqueteros y templarios; creadores, literatos, libertarios y emancipadores; paranoicos -delirantes y hasta bipolares-; jedis, sith, padawan y troppers; filántropos, indigos, altruistas y pacifistas; cruzados, moros y cristianos; artesanos y orfebres, provincianos y aldeanos de todas las tribus y comunidades del orbe, ángeles y arcángeles, gurus y monjes, etcétera, etcétera e interminablemente etcétera.

Estas, son las menesterosas arengas que me fueron indicadas recitar para recibir y vitorearles a quienes vayan arribando hasta aquí.