Un viejo Mapuche vivía en Temucuicui. Quería plantar papas en sus terrenos, pero arar la tierra ya era un trabajo muy pesado para él dada su avanzada edad.
Su único hijo, Camilo, estaba estudiando en Suecia.
Entonces el anciano decide mandarle un email explicándole el problema:
– Querido Camilo, me siento mal porque no voy a poder plantar mis papas este año. Estoy muy viejo para arar los terrenos. Si tu estuvieras aquí, se que voltearías la tierra por mí. Te quiere, tu papá.
Al día siguiente recibe la contestación de su hijo: -Querido papá, por todo lo que más quieras, no revuelvas la tierra de la parcela. Ahí es donde “tengo escondido aquello”. Te quiere, Camilo.
Durante la madrugada, a eso de las cuatro de la mañana, aparece la PDI, el GOPE y Comando Jungla, los Fiscales de turno y maquinaria del MOP, comienzan a registrar y dan vuelta toda las tierras del anciano mapuche buscando materiales para construir bombas o armas de alguna especie. Pero, como era de esperar, no encuentran nada, y se van.
Ese mismo día el anciano recibe otro correo de su hijo: -Querido papá, seguramente la tierra ya está lista y podrás plantar las papas. Es lo mejor que pude hacer desde aquí. Te quiere tu hijo, Camilo.
