Cierto día, un perro sabio pasó cerca de un grupo de gatos.
Al aproximarse y ver que estaban muy entretenidos, y no se habían dado cuenta de su presencia, se detuvo.
En ese momento, un gato grande y serio se levanto, miro a los demás, y dijo:
-Rezad hermanos; y cuando hayáis rezado y vuelto a rezar, y ya no tengáis dudas, entonces, en verdad lloverán ratas-
El perro, al oír estas palabras, se río en su corazón y se alejó, diciendo:
-¡Ah, gatos ciegos y locos! ¿Acaso no está escrito y no lo he sabido yo y mis antepasados, que lo que llueve, a fuerza de rezos, fe y súplicas, no son ratas, sino… huesos?-